Hungría cerraba totalmente su frontera con Serbia a las personas refugiadas mediante una barrera humana de agentes de seguridad que impedía el paso por el único hueco que quedaba en la valla construida por el gobierno húngaro. Se trataba del paso más transitado por el que llegaban estas personas procedentes de Siria desde los Balcanes hacia el norte de Europa. Al mismo tiempo entraba en vigor una dura legislación contra la inmigración.
En espera de un acuerdo económico con la UE, las autoridades turcas prohibían la llegada de personas refugiadas a Edirne, la ciudad más cercana a la frontera con Europa. Sin embargo, el control marítimo no era tan férreo y guardacostas turcos permitían periódicamente que algunas embarcaciones continuaran su viaje hasta Grecia. Refugiados y refugiadas sirias se manifestaban pidiendo que reabrieran la ruta terrestre y que no les obligaran a cruzar por mar.
.