La Comisión Europea lanzaba el plan de acción con Turquía, concebido para que el país vecino frene los flujos irregulares hacia la UE y atienda mejor a sus demandantes de asilo. Ofrecía a cambio a Turquía avances en una de sus principales reclamaciones: la desaparición de visados para viajar a los países comunitarios.
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