Rafael Sanz Gálvez
CONTIGO PERÚ
Hola amigos y amigas, ha llegado la hora de hacer las maletas y regresar a mi Córdoba querida.
Muchas gracias Perú,
contigo he conocido y admirado otras culturas,
contigo he vivido otras costumbres y tradiciones,
contigo he reflexionado aspectos vitales,
contigo he crecido como persona,
contigo he entrado en simbiosis con la naturaleza,
contigo he reído, he llorado, he amado y he perdido el miedo,
contigo he recorrido tus rincones admirando tu biodiversidad, he surcado tus ríos, he caminado por tu sierra, tu costa y tu selva, me he hipnotizado observando tu cielo estrellado,
contigo he aprendido a bailar cumbia y a sentir la música criolla dentro de mi piel,
contigo he degustado tus mejores manjares,
contigo he conocido a personas maravillosas,
contigo he cumplido un sueño,
contigo soy feliz.
Me despedido de ti, por ahora, pero siempre estaré CONTIGO PERÚ.
A todas las personas que han formado parte de este sueño…
“Gracias, Pasonki, Irake, Poyagnu, Ario, Parasyos, Aro Nega”.
Fin del Curso Académico
Hola amigos y amigas, después de mi paso por el Ecuador, tanto de mi estancia en el Perú como mi visita al país vecino, retomé el ritmo frenético de trabajo en la UCSS NOPOKI, ese lindo jardín de la educación que ya empezaba a añorar tras ausentarme varios días. Los estudiantes me esperaban con los brazos abiertos y con ganas de seguir aprendiendo. En ese momento, sentía que ya formaba parte de esta familia y que se había creado un lazo afectivo irrompible. Nos pusimos manos a la obra, con el apoyo y refuerzo educativo, con las intervenciones psicológicas individuales y con la preparación de la obra de teatro para final de curso. En este mismo periodo, me invitan a participar en dos estudios para conocer la opinión de los estudiantes de la UCSS NOPOKI sobre el apoyo a grupos marginalizados y sobre la igualdad de género. El primer estudio es diseñado por Naciones Unidas cuyo objetivo es comprobar el grado de cumplimiento de las acciones de Desarrollo Sostenible propuestas en su Plan Operativo, destinadas a mejorar la calidad de vida de los grupos más desfavorecidos. Y el segundo estudio es propuesto por la Universidad de Jaén, dentro del departamento de Cooperación al Desarrollo, cuyo objetivo es diseñar un Plan de Formación sobre igualdad de género que será aplicado en diferentes instituciones educativas de la Amazonía central del Perú.
Por otro lado, mi labor fuera de la Universidad también continuaba. Seguía valorando psicológicamente a los alumnos/as del Centro de Educación Básica Especial de la provincia de Atalaya y asesorando a padres y profesores sobre la inclusión socioeducativa de niños con discapacidad. Desde la UGEL (Unidad de Gestión Educativa Local), un organismo público de la municipalidad de Atalaya, me invitaron a dar una charla de orientación psicológica para padres en la inauguración de un programa de atención temprana a niños con discapacidad.
El mayor éxito vino de la mano de la representación teatral que tuvo lugar en el aula magna de la Universidad el pasado 3 de diciembre. Era el gran día, era el momento de mostrar el trabajo realizado desde hace meses y de presentar los talentos ocultos que han descubierto los estudiantes del primer año de la carrera de Educación Básica Bilingüe Intercultural. Elegimos representar un cuento amazónico, “El Bagrecico” escrito por Francisco Izquierdo Ríos, uno de los docentes y escritores más influyentes en la narrativa peruana del siglo XX. A esta obra incorporamos otros cuentos, danzas y cantos de los pueblos originarios de la Amazonía que conviven en esta Universidad, haciendo de esta gran obra un tesoro lleno de riqueza cultural. Las felicitaciones y halagos venían en sus diferentes expresiones y de boca de muchas personas, incluido el alcalde de la ciudad. Hemos conseguido hacer teatro digno y de calidad con pocos recursos pero con mucha ilusión.
También en estas semanas transcurrieron las Olimpiadas Nopokinas, donde los estudiantes han puesto a prueba sus conocimientos mediantes concursos pedagógicos y sus habilidades o destrezas deportivas mediante la participación en juegos ancestrales propios de los pueblos originarios de la Amazonía como el chontari o el tiro con arco y flecha. Fue una semana cargada de interculturalidad, tradición y convivencia.
Como pueden leer, las jornadas de trabajo han sido maratonianas, recompensadas con la felicidad observada a mí alrededor día tras día. La respuesta de los estudiantes ha sido extraordinaria y ha supuesto que mis humildes aportaciones cobren sentido. Tantos responsables de la Universidad y del Vicariato Apostólico de San Ramón como profesores, estudiantes y otros trabajadores de la UCSS NOPOKI han conseguido que me sienta vivo y que nunca olvide cada uno de los rostros que forman esta gran familia. Han sido muchos los agradecimientos que he recibido en estos últimos días del curso académico. Por eso, mi nudo en la garganta no se desataba de la emoción y mis palabras se entrecortaban al ritmo apresurado con que latía mi corazón. Y por si fuera poco, recibo para mi cumpleaños el mejor regalo que me han hecho en mi vida, una muestra de cariño insuperable, audiovisualmente, de todas las personas que ocupa una parte importante de mi vida.
Han sido días de nervios, de abrazos, de despedidas, de brindis, de agradecimientos, de compartir lo vivido, y de recoger los frutos sembrados. Ahora cada estudiante regresa a su comunidad nativa de origen, escalonadamente, para pasar las vacaciones en familia, hasta principios de marzo que se reanuda el próximo curso académico. Sólo regresarán a mitad de enero aquellos que necesiten recuperar alguna asignatura. Un grupo muy reducido de estudiantes permanece en el albergue de la Universidad por que no tienen recursos económicos para volver a su comunidad nativa de procedencia ubicadas en zonas muy lejanas de la Amazonía peruana.
Ahora toca seguir colaborando en el proyecto NOPOKI desde otros ámbitos y vivir una de las navidades más entrañables de mi vida en el grandioso Perú.
Desde el ombligo de la Amazonía, a todo el mundo que me sigue, os deseo una Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo.
Encuentros y Avances
Muy buenas amigos y amigas, durante estas semanas, tras mi regreso del Gran Pajonal, Nopoki y la ciudad de Atalaya, han sido punto de encuentro y lugar de referencia para diversas personas, que contribuyen a la defensa del pueblo indígena. He tenido la oportunidad de compartir varios momentos con el obispo Monseñor Gerardo, poliglota, ideólogo y creador del proyecto Nopoki, apoyado por la Universidad Católica Sedes Sapientiae. Tuve la oportunidad de conocerle durante mis primeros días en San Ramón. Es adoptado por el pueblo Shipibo, con quien ha convivido más de 20 años. Gran persona, gran pensador y siempre evitando el protagonismo. Posee una concepción de la religión católica sencilla, altruista, cercana al pueblo y centrada en la acción social.
A los pocos días, llegaron representantes del pueblo Yine y autoridades del Ministerio de Cultura para la confección y edición de un Diccionario Enciclopédico Virtual en la lengua Yine, hablada por más de 3 mil personas que habitan en las regiones de Cusco, Ucayali y Madre de Dios. En este evento colaboraron profesores y alumnos/as de la Universidad y se consiguieron muchos avances, según destacaron en el acto de clausura algunos representantes. En Perú hay reconocidas 47 lenguas oficiales indígenas u originarias, de las cuales 4 se hablan en los Andes y 44 en la Amazonía. Según algunos estudios, se han extinguido unas 35 lenguas en los últimos 400 años y algunas están a punto de desaparecer como la lengua Kumara-Kukamiria. Las lenguas que continúan vivas han resistido a siglos de discriminación porque sus hablantes han continuado utilizando su lengua originaria en ambientes familiares y en sus comunidades nativas. A través del uso de la propia lengua, los pueblos conservan su identidad, su cosmovisión, sus valores y sus conocimientos transmitiéndolos de generación en generación. Un grave problema social es la falta de intérpretes en el ámbito judicial, afectando el procesamiento penal de algunos nativos que desconocen el castellano.
A la siguiente semana llegaron Andrés, un sabio economista, Elizabeth, una administradora humanitaria, risueña y solidaria, y Fánel, una generosa antropóloga, quien me ha regalado alguna bibliografía indígena en esta segunda visita a Nopoki. Ellos forman parte de una Asociación para la Gestión del Agua en Cuencas. Vienen a Nopoki para impartir varios cursos sobre la conservación y cuidado del agua desde una perspectiva de gestión integral. La metodología es dinámica y participativa. No intentan imponer unos conocimientos, fáciles de olvidar, sino que el alumno/a adquiera unos conocimientos, capacidad de análisis y actitudes solidarias sobre el manejo del agua mediante el trabajo en equipo (interaprendizaje). Al final, todos se comprometen a mejorar la gestión del agua en esta zona del Perú dentro de un plazo determinado. Me quito el sombrero ante esta labor social.
Esta problemática, meritoria de reflexión, es trascendental en la vida indígena y en la sostenibilidad del planeta. He aprendido, y observado en algunas de mis salidas como la deforestación, la contaminación y degradación ambiental, las múltiples obras de infraestructuras, y la escasa respuesta política están arrasando la selva Amazónica, disminuyendo la biodiversidad e incidiendo en la calidad de vida de las personas. Esto debe ser un compromiso global.
Por último ha tenido lugar el III Encuentro de Nacionalidades Originarias de la Amazonía central del Perú en la ciudad de Atalaya. Por supuesto, ha contado con la participación y colaboración de la Universidad Índigena Nopoki. Han acudido al evento autoridades políticas, representantes de diferentes pueblos indígenas, jefes y habitantes de las comunidades nativas, alumnos/as de Nopoki y más personas vinculadas a la defensa de los pueblos originarios de la Amazonía Central del Perú. Ha sido asombroso ver la organización del evento, las intervenciones, los trabajos en equipo, la lectura del acta y el destacado carácter protocolario. Fueron muchos los temas que se trataron durante los dos días de encuentro, como la defensa territorial, la educación, la sanidad, el cuidado del medio ambiente, la administración y control de los recursos naturales, la promoción de la economía, la invasión de grandes multinacionales petroleras y madereras, la espiritualidad de la cultura indígena, la participación política en el espacio público y la revisión del estatuto y reglamento interno de las comunidades nativas indígenas.
Mi cooperación continúa avanzando con jornadas de trabajo maratonianas. Tengo dos grupos de alumnos/as de Educación Bilingüe y de Administración de Empresa donde trabajamos la metodología de estudio. Estoy impartiendo un taller para afrontar el miedo a hablar en público a los alumnos/as de Ingeniería Agraria. Sigo asesorando en el diseño de proyectos sociales y búsqueda de financiación, asistiendo a clases de la lengua Asháninka y realizando intervenciones psicológicas individuales a los alumnos/as de Nopoki. También he ampliado mi rango de intervención a la ciudad de Atalaya. Estoy realizando valoraciones psicológicas en el único Centro de Educación Especial que existe en todo la provincia y capacitando a los profesores y otras personalidades de la delegación de educación. Continúo dirigiendo el taller de teatro y participación en la grabación de un largometraje. Y también me han asignado cariñosamente el simbólico puesto de jefe de prensa en la Universidad de Nopoki.
Mi visión del universo indígena es cada vez más amplia y mi proceso de adaptación es camaleónico. Estoy consiguiendo despojarme del relleno occidental que tanto dificulta la integración y compresión de realidades en esta zona del mundo, gracias al acogimiento y cariño que tantas personas me están ofreciendo durante estos tres meses. Ya utilizo el pronombre “nosotros” y no “ellos” para referirme a las personas de mí alrededor.
Y al ritmo de cumbias, baladas y música criolla vuelvo a atravesar la selva para conocer la otra Lima, rodeado de buena gente, y pasear por el lujoso barrio de Miraflores, el bohemio barrio de Barranco, comprar varios libros de literatura amazónica, degustar la auténtica comida peruana con pan pan y, como no olvidarme, poder ducharme con agua caliente. Así pongo rumbo, hoy mismo, al centro de la tierra y país vecino para renovar mi visado.
Me despido al igual que lo hicieron en el III Encuentro de Nacionalidades Originarias de la Amazonía Central. Podremos cambiar de hojas pero no de raíces, podremos cambiar de opiniones pero no de principios, ¡Viva los Pueblos Indígenas! ¡Viva el Perú!
El Gran Pajonal
¡Kitejeri! Buenos días en lengua Ashéninka.
En esta ocasión he tenido la oportunidad de conocer a la población Ashéninka de la Amazonía peruana ubicada en el Gran Pajonal, lugar histórico y místico para el pueblo indígena. Esta cadena de montañas ha sido lugar estratégico de reunión y resistencia a miserables actos de explotación, opresión y racismo hacia el pueblo indígena de la selva central. Desde mi llegada a la Universidad de Nopoki he estado leyendo la Sal de los Cerros, un ensayo histórico-social, de Stefano Varese, antropólogo peruano, donde revela el mundo cultural del pueblo indígena situando la obra continuamente en el Gran Pajonal. Por ello, durante mi entrada a estos cerros en camioneta, podía ver y sentir el escenario de la gran rebelión liderada por Juan Santos Atahualpa, el Mesías para el pueblo indígena, ante los ataques persistentes de conquistadores o colonizadores en una lucha desigual. Este indio serrano del Cusco proclamó un manifiesto revolucionario, sin violencia, justificando su rebelión y reuniendo a todos los indígenas de la selva central en el Gran Pajonal. Sus actos se percibían como una inspiración mística, es decir, un revolucionario religioso más que un revolucionario social en busca de poder. Este líder espiritual consiguió para los indios montañeses una unidad antes desconocida y despertó en ellos un sentimiento de libertad e independencia. Para los indios que conservan el recuerdo de esta rebelión, Juan Santos, no ha muerto nunca, “desapareció su cuerpo echando humo” como cuenta la historia.
Los motivos de esta salida han sido diferentes. Hemos llevado material escolar a las escuelas de las comunidades nativas, hemos informado a los alumnos/as de los últimos cursos de secundaria, sobre la existencia de la Universidad de Nopoki y la posibilidad de continuar sus estudios, y hemos defendido diplomáticamente el reconocimiento del idioma Ashéninka, aún no reconocido por el Ministerio de Educación. El trato recibido por la familia que gestiona el magnífico albergue de Oventeni, donde hemos dormido, ha sido excelente. Llegué con problemas estomacales, después de haber pasado mi primera intoxicación alimentaria, y he regresado como nuevo. Sólo se me ocurren palabras de agradecimiento.
También he podido descubrir, in situ, el contraste entre los diferentes pueblos indígenas. He percibido en las comunidades Ashéninkas del Gran Pajonal, mayor índice de pobreza. No disponen de los mismos recursos naturales que otras zonas de la Amazonía. Prevalece el consumo de la planta de yuca, cocinada o como bebida fermentada (masato) e insectos para sobrevivir. Los Ashéninkas con más aptitudes disponen de ganado vacuno, plataneras y café. A pesar de este modo de vida, deficitario desde un punto de vista occidental, la hospitalidad y la generosidad siempre han estado presentes en nuestra visita. Ha sido asombroso también poder ver como transportan la yuca, toda la familia, durante horas o días, de un lugar a otro, por los cerros del Gran Pajonal. Son pueblos luchadores y nómadas que van cambiando de lugar en función del terreno de cultivo (chacra) y otras causas de carácter social y religioso como el fallecimiento de un miembro adulto de la familia. La historia refleja como los pueblos indígenas han sido golpeados por una suma de calamidades como la esclavitud, los ataques terroristas, la invasión de territorios, la pérdida de identidad cultural y actualmente el tráfico de menores para explotación sexual. Siempre han estado en un segundo plano para el resto de la sociedad. ¿Hasta cuándo?, me pregunto, mientras voy conociendo el pasado y presente del universo indígena. Tengo la sensación que estos pueblos nunca han sido respetados. Ahora empiezo a comprender mejor por qué nace el proyecto Nopoki. Esta Universidad Intercultural ofrece la oportunidad de mejorar los conocimientos administrativos, agrarios y educativos, trabajar la madera y la artesanía textil, respetando la identidad cultural y todo ello, en su propio idioma. Es un proyecto que busca el etnodesarrollo de los pueblos indígenas y abandono de las flechas. Su misión es capacitar al indígena para la defensa, desarrollo y toma de decisiones en asuntos de diversa índole que afectan de primera mano a estos pueblos.
En correlación con la defensa de los pueblos indígenas, me gustaría terminar citando el artículo 32 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas: “Los pueblos indígenas tienen derecho a determinar y elaborar las prioridades y estrategias para el desarrollo o la utilización de sus tierras o territorios y otros recursos”.
¡Respetemos este derecho! Ahora les toca a ellos…
¡Jatana! Adiós en idioma Ashéninka.
El pueblo Shipibo
¡Jakon Yamekiri!, ¡Buenos días! en idioma Shipibo.
Mi aprendizaje vital sigue creciendo, al igual que mis humildes aportaciones a las comunidades indígenas de la Amazonía peruana. He tenido la suerte de conocer in situ la vida del pueblo étnico shipibo. He descubierto formas de vida, tan alejadas de la mía, que han hecho replantearme pilares básicos del mundo occidental. Ha calado hondo esta salida por las comunidades nativas del río Ucayali. Ha sido fascinante poder observar la lucha interna por conservar la identidad de un pueblo, y no permitir la invasión e influencia del estilo de vida colono. El concepto de “comunidad” aquí cobra el mayor de sus sentidos. Nunca había presenciado un espíritu de generosidad de tal magnitud. Todo está organizado, los comuneros participan en las decisiones de la comunidad mediante asambleas celebradas en el salón comunal. Tienen sus propias leyes, y por consiguiente, sus propios castigos para quienes cometen delitos, como el aislamiento. Se respira paz, respeto, compañerismo, olor a pura naturaleza mezclado con el olor a quemado, propio del cultivo indígena de roza, que consiste en transformar el bosque natural en bosque cosechable, el cielo se ve estrellado como nunca había ni siquiera imaginado, sin ninguna contaminación lumínica, el sonido de los animales es persistente durante la noche, y la sonrisa siempre está dibujada en el rostro del nativo. Me he sentido envidiado por los amantes de la astrología, biología, antropología y otras ciencias a fines con la vida amazónica.
Había varios motivos para realizar este viaje. En primer lugar, acompañar a los estudiantes de cuarto y quinto año, de la carrera de educación bilingüe, en el inicio de sus prácticas pre-profesionales. Previamente tuve la oportunidad de impartirles una charla sobre detección e identificación de trastornos en el neurodesarrollo infantil. En segundo lugar, colaborar en la entrega de juguetes a niños escolares, de las comunidades nativas, dentro del proyecto “un juguete, una ilusión”, financiado por Radio Nacional Española y la Fundación Crecer Jugando. Y por último, conocer otras realidades. Todo ello, ha hecho que siga aún más convencido en la defensa y en el etnodesarrollo de los pueblos originarios de la Amazonía.
La felicidad que transmitían los niños cuando recibían el juguete ha sido la mayor satisfacción y recompensa que he recibido desde mi llegada al Perú. Imborrable en mi memoria, al igual que el esfuerzo que hacen los alumnos/as de prácticas sólo para llegar a su lugar de trabajo. Tienen que cargar, en el barco, todo lo necesario para vivir en la comunidad indígena de destino durante 2 meses. Dormir en el barco, para evitar robos y poder salir a primera hora de la mañana. Navegar durante varias horas en el mejor de los casos, algunos hasta varios días, descargar sus pertenencias, víveres y otros utensilios para sobrevivir en la comunidad, desafiando a la climatología y a las desavenencias del río Ucayali. En esos momentos, recordaba lo fácil y cómodo que fue para mí el inicio de mis prácticas fin de carrera.
Desde mi punto de vista, como aspecto a desarrollar, es la falta de conciencia y educación ambiental con respecto al manejo de desechos. Observé plástico, metal y vidrio por mitad de las comunidades. En algunas, había un cubo de basura que no se utilizaba correctamente. En otras, un hombre pasaba, con una carretilla, recogiendo basura pero me preguntaba, ¿cuál sería el destino de los residuos sólidos, sino existen empresas recicladoras en esta zona? Tal vez, terminen enterrados o quemados, conllevando una contaminación del agua, del suelo y de la capa de ozono según el caso. La materia orgánica suelen reutilizarla para abono en los terrenos agrícolas. De todas formas, pienso que todavía hay mucho por hacer para proteger los ecosistemas amazónicos y para reducir también el elevado número de enfermedades hídricas entre la población indígena.
Otro asunto lamentable para la conservación de la selva amazónica es la tala indiscriminada de árboles para la obtención de madera. Las empresas madereras sobrepasan los límites legales establecidos, aprovechándose de la falta de vigilancia y el poco empoderamiento de los pueblos indígenas amazónicos.
Tras regresar a la Universidad de Nopoki, he retomado las intervenciones psicológicas individuales y el refuerzo académico, con un aumento notable en el número de demandantes y he iniciado un taller de inteligencia emocional y de teatro. Este último, lo hemos incluido en la unidad didáctica de una asignatura que se prolongará hasta finales de curso, culminando con una representación teatral sobre relatos de las diferentes etnias amazónicas.
Os dejo una foto con dos niños vestidos con la vestimenta originaria e identificativa del pueblo Shipibo.
¡Kabano! Adiós en idioma Shipibo.
Cambio de Rumbo
La llegada
Hola a todos y a todas. Ya me encuentro en tierras peruanas. Llevo algo más de 48 horas fuera de España y todo ha sido muy emocionante. Las 12 horas de vuelo fueron ilusionantes y provechosas. Entre las charlas, con mi compañera de asiento, coordinadora de un colegio privado, sobre la educación en Perú, sobre el actual sistema político, sobre la gastronomía del país y otros temas de interés, entre las diminutas comidas que nos servían, alguna película a medio dormir y un poco de lectura sobre la última novela de su ilustre premio nobel, Vargas Llosa, quien refleja la sociedad peruana de los últimos meses de la dictadura de Fujimori y Montesinos, hicieron de mi viaje adentrarme en el maravilloso pasado y presente de este magnífico país que tanto me queda por descubrir. Tras el nerviosismo aduanero, un soplo de alivio sentí cuando leí mi nombre en un cartel que sostenía Samuel, entre la multitud, secretario del Vicariato Apostólico San Ramón y de Cáritas Atalaya, organizaciones responsables del proyecto de la Universidad Indígena de Nopoki. Al salir del aeropuerto, el choque cultural fue descomunal. El cielo de Lima gris panza de burro, bautizado igual que el norte de Gran Canarias, el caos en la carretera, no os lo podéis ni imaginar, los pitidos del claxon no paraban de sonar, la venta ambulante en los semáforos, la pobreza en las calles y el anochecer anticipado, en concreto sobre las 18:00 horas, hicieron que mis ojos se abrieran al máximo a pesar del cansancio y el jet lag. Después de varias gestiones y una cena con la familia de Samuel, por cierto un hombre muy amable, servicial y atento, me dejó en la estación de autobuses para coger un bus-cama nocturno y llegar a San Ramón, pueblo de entrada a la selva, donde me alojaría durante unos días hasta que los alumnos de Nopoki volviesen de sus vacaciones. Tuvimos tiempo de conversar sobre varios temas interesantes pero me quedo con la última conversación antes de subir al bus. Para Samuel, el concepto de propiedad es cuando compartes con alguien esa pertenencia o ese bien, señal de que tú controlas lo que tienes y no al revés, sentirte esclavo o controlado por dicha pertenencia. Con esta reflexión y un curioso documental sobre los fiordos noruegos, me quedé dormido en el impresionante bus cama. Al abrir los ojos, estaba amaneciendo y nos encontrabamos en el punto más alto de Los Andes, alrededor de los 4.000 metros de altitud. Me sorprendió como subían mujeres mayores al bus durante las paradas establecidas en los pueblos de montaña para venderte panes de sierra y arroz cocido. De ahí hasta llegar a San Ramón, la estampa era impresionante, como se apreciaba el contraste de sierra, altos cerros poblados de vegetación y el surco del río Tulumayo dando comienzo la ceja de selva peruana o selva alta. Con esa imagen y una charla con mi compañero de asiento, de origen peruano pero afincado en Madrid por su trabajo de relaciones internacionales, sobre el fin de la normalización, aunque todavía siguen apareciendo casos, del maltrato infantil y maltrato a la mujer, llegue a San Ramón, primer pueblo de entrada a la selva peruana y lugar habitual de parada. Y aquí estoy, con una habitación maravillosa con cuarto de baño incluido, en una casa del Vicariato Apostólico San Ramón, conociendo a gente muy amable, muy comprometidos con la ayuda al prójimo como la Madre Esperanza que consiguió personalmente que Fujimori creara una nueva prisión en La Merced, municipio cercano a San Ramón, para acabar con el hacinamiento de los presos, aunque actualmente sigue habiendo este problema por el aumento del número de internos. Me están tratando con mucho cariño y esperando para viajar otras 9 o 10 horas hasta llegar a Atalaya donde se encuentra la Universidad Indígena de Nopoki y donde me pondré al servicio de la dirección técnica para llevar a cabo mis funciones de cooperación al desarrollo. Me llama la atención que aquí no miden las distancias en kilómetros sino en horas por las dificultades de las carreteras. Por último, quería contaros una comparación y a su vez una reflexión interna que me contó, hace unas horas, un chico peruano de 16 años, proveniente de una familia desestructurada, que he conocido en la casa, y quien dice que su vida se asemeja a un ”huayco”, desprendimiento de montaña en idioma quechua, porque igual que se derrumba con el tiempo vuelve a su normalidad, al final todo vuelve a su ser por su propia naturaleza. Con esto me despido hasta que me instale en el lugar de destino.
Un abrazo para todos y todas. ¡Hasta pronto!
Empieza la cuenta atrás
Buenos días amigos y amigas, empiezo a registrar, en este blog, las primeras palabras de este camino que recorreré durante 6 meses y que ustedes seréis testigos virtuales. Todo empezó desde mi adjudicación al proyecto de Cooperación Internacional en la Universidad Indígena de Nopoki en Perú hace varias semanas. Ilusión, felicidad, incertidumbre y nerviosismo fueron los sentimientos más predominantes en esos momentos. Gracias a la formación e información recibida, por parte del departamento de Cooperación del Ayuntamiento y, por parte de la asociación SETEM, la asimilación y la tranquilidad han ido apareciendo cada vez más.
Ya tengo fecha de salida, concretamente el día 3 de agosto vuelo a Lima donde me recogerán para trasladarme a la Universidad Indígena de Nopoki en la provincia de Atalaya perteneciente al departamento de Ucayali. Durante estos días, me encuentro realizando los preparativos como los relativos a vacunas, equipaje y documentación, entre otros.
Quiero agradecer, en este primer mensaje, la acogida y el trato que he recibido de los compañeros/as de SETEM. Gracias por la cena peruana de la semana pasada y por hacerme este comienzo más fácil. Mis ganas e impaciencia por empezar esta aventura van en aumento. Empieza la cuenta atrás…