Muy buenas amigos y amigas, durante estas semanas, tras mi regreso del Gran Pajonal, Nopoki y la ciudad de Atalaya, han sido punto de encuentro y lugar de referencia para diversas personas, que contribuyen a la defensa del pueblo indígena. He tenido la oportunidad de compartir varios momentos con el obispo Monseñor Gerardo, poliglota, ideólogo y creador del proyecto Nopoki, apoyado por la Universidad Católica Sedes Sapientiae. Tuve la oportunidad de conocerle durante mis primeros días en San Ramón. Es adoptado por el pueblo Shipibo, con quien ha convivido más de 20 años. Gran persona, gran pensador y siempre evitando el protagonismo. Posee una concepción de la religión católica sencilla, altruista, cercana al pueblo y centrada en la acción social.
A los pocos días, llegaron representantes del pueblo Yine y autoridades del Ministerio de Cultura para la confección y edición de un Diccionario Enciclopédico Virtual en la lengua Yine, hablada por más de 3 mil personas que habitan en las regiones de Cusco, Ucayali y Madre de Dios. En este evento colaboraron profesores y alumnos/as de la Universidad y se consiguieron muchos avances, según destacaron en el acto de clausura algunos representantes. En Perú hay reconocidas 47 lenguas oficiales indígenas u originarias, de las cuales 4 se hablan en los Andes y 44 en la Amazonía. Según algunos estudios, se han extinguido unas 35 lenguas en los últimos 400 años y algunas están a punto de desaparecer como la lengua Kumara-Kukamiria. Las lenguas que continúan vivas han resistido a siglos de discriminación porque sus hablantes han continuado utilizando su lengua originaria en ambientes familiares y en sus comunidades nativas. A través del uso de la propia lengua, los pueblos conservan su identidad, su cosmovisión, sus valores y sus conocimientos transmitiéndolos de generación en generación. Un grave problema social es la falta de intérpretes en el ámbito judicial, afectando el procesamiento penal de algunos nativos que desconocen el castellano.
A la siguiente semana llegaron Andrés, un sabio economista, Elizabeth, una administradora humanitaria, risueña y solidaria, y Fánel, una generosa antropóloga, quien me ha regalado alguna bibliografía indígena en esta segunda visita a Nopoki. Ellos forman parte de una Asociación para la Gestión del Agua en Cuencas. Vienen a Nopoki para impartir varios cursos sobre la conservación y cuidado del agua desde una perspectiva de gestión integral. La metodología es dinámica y participativa. No intentan imponer unos conocimientos, fáciles de olvidar, sino que el alumno/a adquiera unos conocimientos, capacidad de análisis y actitudes solidarias sobre el manejo del agua mediante el trabajo en equipo (interaprendizaje). Al final, todos se comprometen a mejorar la gestión del agua en esta zona del Perú dentro de un plazo determinado. Me quito el sombrero ante esta labor social.
Esta problemática, meritoria de reflexión, es trascendental en la vida indígena y en la sostenibilidad del planeta. He aprendido, y observado en algunas de mis salidas como la deforestación, la contaminación y degradación ambiental, las múltiples obras de infraestructuras, y la escasa respuesta política están arrasando la selva Amazónica, disminuyendo la biodiversidad e incidiendo en la calidad de vida de las personas. Esto debe ser un compromiso global.
Por último ha tenido lugar el III Encuentro de Nacionalidades Originarias de la Amazonía central del Perú en la ciudad de Atalaya. Por supuesto, ha contado con la participación y colaboración de la Universidad Índigena Nopoki. Han acudido al evento autoridades políticas, representantes de diferentes pueblos indígenas, jefes y habitantes de las comunidades nativas, alumnos/as de Nopoki y más personas vinculadas a la defensa de los pueblos originarios de la Amazonía Central del Perú. Ha sido asombroso ver la organización del evento, las intervenciones, los trabajos en equipo, la lectura del acta y el destacado carácter protocolario. Fueron muchos los temas que se trataron durante los dos días de encuentro, como la defensa territorial, la educación, la sanidad, el cuidado del medio ambiente, la administración y control de los recursos naturales, la promoción de la economía, la invasión de grandes multinacionales petroleras y madereras, la espiritualidad de la cultura indígena, la participación política en el espacio público y la revisión del estatuto y reglamento interno de las comunidades nativas indígenas.
Mi cooperación continúa avanzando con jornadas de trabajo maratonianas. Tengo dos grupos de alumnos/as de Educación Bilingüe y de Administración de Empresa donde trabajamos la metodología de estudio. Estoy impartiendo un taller para afrontar el miedo a hablar en público a los alumnos/as de Ingeniería Agraria. Sigo asesorando en el diseño de proyectos sociales y búsqueda de financiación, asistiendo a clases de la lengua Asháninka y realizando intervenciones psicológicas individuales a los alumnos/as de Nopoki. También he ampliado mi rango de intervención a la ciudad de Atalaya. Estoy realizando valoraciones psicológicas en el único Centro de Educación Especial que existe en todo la provincia y capacitando a los profesores y otras personalidades de la delegación de educación. Continúo dirigiendo el taller de teatro y participación en la grabación de un largometraje. Y también me han asignado cariñosamente el simbólico puesto de jefe de prensa en la Universidad de Nopoki.
Mi visión del universo indígena es cada vez más amplia y mi proceso de adaptación es camaleónico. Estoy consiguiendo despojarme del relleno occidental que tanto dificulta la integración y compresión de realidades en esta zona del mundo, gracias al acogimiento y cariño que tantas personas me están ofreciendo durante estos tres meses. Ya utilizo el pronombre “nosotros” y no “ellos” para referirme a las personas de mí alrededor.
Y al ritmo de cumbias, baladas y música criolla vuelvo a atravesar la selva para conocer la otra Lima, rodeado de buena gente, y pasear por el lujoso barrio de Miraflores, el bohemio barrio de Barranco, comprar varios libros de literatura amazónica, degustar la auténtica comida peruana con pan pan y, como no olvidarme, poder ducharme con agua caliente. Así pongo rumbo, hoy mismo, al centro de la tierra y país vecino para renovar mi visado.
Me despido al igual que lo hicieron en el III Encuentro de Nacionalidades Originarias de la Amazonía Central. Podremos cambiar de hojas pero no de raíces, podremos cambiar de opiniones pero no de principios, ¡Viva los Pueblos Indígenas! ¡Viva el Perú!